Por Rafael Frias
A partir del siglo XIX, la biología tuvo grandes avances, especialmente con la aparición de la teoría de la evolución de Charles Darwin, cuya tesis principal es “la selección natural”. Posteriormente a estos adelantos, la biología experimentó un gran auge fundamentado en el desarrollo de la genética y de la biología molecular llevado a cabo por los neodarwinistas. Para el siglo XX, la biología pasó a ser el principal portavoz del discurso científico orientado a explicar el origen del hombre. El nuevo discurso biológico no se limitó a los seres vivos, sino que se extendió a todo el ámbito social del ser humano. La tesis darviniana de la selección natural se convirtió en el punto de partida para el desarrollo y explicación de nuevas teorías científicas, así la biología aparecía como una ciencia totalizadora, desde la cual se pretendía explicar todas las dimensiones del hombre y de la sociedad. Ante éste protagonismo biológico, especialmente liderado por la teoría de la evolución, cabe preguntarse ¿Cuál es la pertinencia del discurso biológico sobre el hombre?, y ¿Cuál es el estatus de la biología frente a la antropología filosófica?.
La postura científica con su pretendida autoridad objetiva y rigurosa frente a las concepciones filosóficas y teológicas del hombre y, cimentada sobre el método inductivo que se caracteriza por la observación externa, rompe con el método introspectivo empleado por las concepciones que reconocen una postura anímica sobre el hombre. La teoría de la evolución presenta al hombre como un mono desnudo producto de una lucha por la existencia, donde las especies que sobreviven son las más aptas, es decir, los más fuertes y competentes. Sólo las especies que presentan una combinación de caracteres idóneas para hacerle frente al entorno (clima, competidores, y enemigos) tienen posibilidad de sobrevivir, reproducirse y seguir evolucionando. Esta teoría no le confiere ningún puesto especial al hombre dentro de la naturaleza, sino que al igual que a los demás seres vivos, lo estudia como un animal (especies), de modo que el hombre es dosificado y reducido a un simple organismo biológico.
Tal y como nos expresa Rafael Grassa, la teoría de la evolución construyo una imagen de un mundo en la que todas las situaciones de la vida podían reducirse a situaciones biológicas y, todas las instituciones humanas a instrumentos para la supervivencia biológica. Esta biologización de todos los aspectos humanos tiene grandes consecuencia sociales y éticas, ya que legitimiza ciertas practicas entre los hombres como la supremacía de los mas fuertes sobre los mas débiles, la desigualdad de derechos, la imposición de una raza sobre otra, la lucha individual y desigual por la subsistencia, prevaleciendo una actitud egoísta en el hombre, donde no importa el otro sino, la persona individual. Esta imagen del hombre cimentada sobre la tesis de “selección natural” prevalece en la actual sociedad como una supuesta imagen objetiva y universal del hombre, bajo el simple hecho de que es la visión ofrecida por la esfera científica del pensamiento.
Según nos cuenta Pannenberg, a principios del siglo XX, surgió la escuela psicológica conductista que tenia como punto de partida la teoría de la evolución de Charles Darwin. El conductismo sostenía que el hombre no se diferencia de los demás animales inferiores, ni siquiera en la inteligencia, ya que estos poseen ciertas capacidades inteligentes. Partiendo de este supuesto el conductismo buscaba estudiar e investigar el comportamiento del hombre y de los animales sobre la base del método empírico. La psicología como discurso científico y al igual que la biología, prescindió de cualquier cosa que la remitiera a un plano metafísico, y en ese sentido Watson suprimió de ella el concepto de conciencia. Watson esperaba explicar todo la esfera del comportamiento humano, en función de la adaptación del hombre a las condiciones del entorno. Con esto se quiere decir que el hombre al igual que los animales tiene un esquema estímulo-reflejo, donde cierto estímulo desencadena una determinada conducta. Esta solución permitiría enlistar todos los estímulos del hombre con su determinada conducta, sin embargo esta concepción fue objetada, ya que no existe una forma causal univoca para determinar la conducta del ser humano. Un estímulo puede causar varias reacciones y una conducta se puede producir desde diferentes estímulos, en síntesis: “el hombre es un animal complejo que no se puede conocer sólo desde su comportamiento”.
El biólogo Honrad Lorenz basado en la filosofía trascendental de Kant desarrolló una tesis que complementa la concepción conductista sobre el esquema estimulo-reflejo de Watson. Para Lorenz todo animal posee un esquema innato de comportamiento. Una posición semejante a estas es la brindada por el también biólogo Jacob UexKull, según él, todos los animales incluyendo al hombre tienen un medio ambiente especifico, de manera que su comportamiento está limitado a un entorno, es decir a una parte del mundo real condicionada a un esquema innato de comportamiento.
En este escenario protagonizado por la ciencias empíricas, (biología y psicología) y específicamente por la teoría de la evolución darvinista, Max Scheler con su obra “el puesto del hombre en el cosmos” pone en boca de la antropología filosófica un discurso cuyo objetivo principal es crear una imagen universal del hombre, estudiándolo no de forma fragmentada, sino como un todo y en dialogo con las ciencias empíricas. Otros de las tareas del nuevo discurso filosófico es señalarle los limites a las ciencias empericas que pretenden poseer la verdad absoluta sobre el hombre. En ese sentido, la principal discusión de la nueva filosofía se produce con la biología y con las ciencias empíricas que a partir de la teoría de la evolución formularon sus discursos. Estas ciencias pretenden presentar una imagen total objetiva del hombre basados principalmente en aspectos fisiológicos.
La antropología filosófica está en desacuerdo con algunas teorías biológicas sobre el hombre, como la sostenida por el biólogo Lorenz, que sostiene que el hombre tiene un esquema innato de comportamiento. De ser así, el hombre no mostrará una inestabilidad natural en su comportamiento, en lo relacionado a su vida instintiva. La antropología filosófica tampoco comparte el planteamiento de UexKiull, de que el hombre tiene un ambiente especifico, pues el hombre es el único animal que no nace con un ambiente o entorno propio, sino que tiene la capacidad de adaptarse a cualquiera de ellos, siendo esta una de la peculiaridad que lo diferencia de los otros animales. La biología y el conductismo buscan igualar al hombre a los demás animales, mientras que la antropología filosófica busca mostrar al hombre en un puesto especial o señero ante los demás animales.
El problema de la biología es que prescinde de las visiones clásicas del hombre y a través de un método experimental pretende brindar una imagen universal de éste. Pues el hombre es un ser complejo, el cual no se puede conocer solo desde un plano biológico, el hombre es más que un organismo y, todo lo que es, no es observable a la luz de las ciencias empíricas. La antropología filosófica no prescinde de la biología, sino que ante tal pretensión objetiva, analiza y concibe al hombre como un todo que debe de enfocarse diacrónicamente desde diferentes perspectivas, de modo que cualquier discurso que se base un solo aspecto del hombre, no es una visión real de éste. El discurso biológico darvinista y neodarwinista no son más que teorías que junto a las clásicas comprenden un conjunto de visones del hombre, de modo que ninguna de ellas, en particular es poseedora de la verdad absoluta sobre el hombre.
La postura científica con su pretendida autoridad objetiva y rigurosa frente a las concepciones filosóficas y teológicas del hombre y, cimentada sobre el método inductivo que se caracteriza por la observación externa, rompe con el método introspectivo empleado por las concepciones que reconocen una postura anímica sobre el hombre. La teoría de la evolución presenta al hombre como un mono desnudo producto de una lucha por la existencia, donde las especies que sobreviven son las más aptas, es decir, los más fuertes y competentes. Sólo las especies que presentan una combinación de caracteres idóneas para hacerle frente al entorno (clima, competidores, y enemigos) tienen posibilidad de sobrevivir, reproducirse y seguir evolucionando. Esta teoría no le confiere ningún puesto especial al hombre dentro de la naturaleza, sino que al igual que a los demás seres vivos, lo estudia como un animal (especies), de modo que el hombre es dosificado y reducido a un simple organismo biológico.
Tal y como nos expresa Rafael Grassa, la teoría de la evolución construyo una imagen de un mundo en la que todas las situaciones de la vida podían reducirse a situaciones biológicas y, todas las instituciones humanas a instrumentos para la supervivencia biológica. Esta biologización de todos los aspectos humanos tiene grandes consecuencia sociales y éticas, ya que legitimiza ciertas practicas entre los hombres como la supremacía de los mas fuertes sobre los mas débiles, la desigualdad de derechos, la imposición de una raza sobre otra, la lucha individual y desigual por la subsistencia, prevaleciendo una actitud egoísta en el hombre, donde no importa el otro sino, la persona individual. Esta imagen del hombre cimentada sobre la tesis de “selección natural” prevalece en la actual sociedad como una supuesta imagen objetiva y universal del hombre, bajo el simple hecho de que es la visión ofrecida por la esfera científica del pensamiento.
Según nos cuenta Pannenberg, a principios del siglo XX, surgió la escuela psicológica conductista que tenia como punto de partida la teoría de la evolución de Charles Darwin. El conductismo sostenía que el hombre no se diferencia de los demás animales inferiores, ni siquiera en la inteligencia, ya que estos poseen ciertas capacidades inteligentes. Partiendo de este supuesto el conductismo buscaba estudiar e investigar el comportamiento del hombre y de los animales sobre la base del método empírico. La psicología como discurso científico y al igual que la biología, prescindió de cualquier cosa que la remitiera a un plano metafísico, y en ese sentido Watson suprimió de ella el concepto de conciencia. Watson esperaba explicar todo la esfera del comportamiento humano, en función de la adaptación del hombre a las condiciones del entorno. Con esto se quiere decir que el hombre al igual que los animales tiene un esquema estímulo-reflejo, donde cierto estímulo desencadena una determinada conducta. Esta solución permitiría enlistar todos los estímulos del hombre con su determinada conducta, sin embargo esta concepción fue objetada, ya que no existe una forma causal univoca para determinar la conducta del ser humano. Un estímulo puede causar varias reacciones y una conducta se puede producir desde diferentes estímulos, en síntesis: “el hombre es un animal complejo que no se puede conocer sólo desde su comportamiento”.
El biólogo Honrad Lorenz basado en la filosofía trascendental de Kant desarrolló una tesis que complementa la concepción conductista sobre el esquema estimulo-reflejo de Watson. Para Lorenz todo animal posee un esquema innato de comportamiento. Una posición semejante a estas es la brindada por el también biólogo Jacob UexKull, según él, todos los animales incluyendo al hombre tienen un medio ambiente especifico, de manera que su comportamiento está limitado a un entorno, es decir a una parte del mundo real condicionada a un esquema innato de comportamiento.
En este escenario protagonizado por la ciencias empíricas, (biología y psicología) y específicamente por la teoría de la evolución darvinista, Max Scheler con su obra “el puesto del hombre en el cosmos” pone en boca de la antropología filosófica un discurso cuyo objetivo principal es crear una imagen universal del hombre, estudiándolo no de forma fragmentada, sino como un todo y en dialogo con las ciencias empíricas. Otros de las tareas del nuevo discurso filosófico es señalarle los limites a las ciencias empericas que pretenden poseer la verdad absoluta sobre el hombre. En ese sentido, la principal discusión de la nueva filosofía se produce con la biología y con las ciencias empíricas que a partir de la teoría de la evolución formularon sus discursos. Estas ciencias pretenden presentar una imagen total objetiva del hombre basados principalmente en aspectos fisiológicos.
La antropología filosófica está en desacuerdo con algunas teorías biológicas sobre el hombre, como la sostenida por el biólogo Lorenz, que sostiene que el hombre tiene un esquema innato de comportamiento. De ser así, el hombre no mostrará una inestabilidad natural en su comportamiento, en lo relacionado a su vida instintiva. La antropología filosófica tampoco comparte el planteamiento de UexKiull, de que el hombre tiene un ambiente especifico, pues el hombre es el único animal que no nace con un ambiente o entorno propio, sino que tiene la capacidad de adaptarse a cualquiera de ellos, siendo esta una de la peculiaridad que lo diferencia de los otros animales. La biología y el conductismo buscan igualar al hombre a los demás animales, mientras que la antropología filosófica busca mostrar al hombre en un puesto especial o señero ante los demás animales.
El problema de la biología es que prescinde de las visiones clásicas del hombre y a través de un método experimental pretende brindar una imagen universal de éste. Pues el hombre es un ser complejo, el cual no se puede conocer solo desde un plano biológico, el hombre es más que un organismo y, todo lo que es, no es observable a la luz de las ciencias empíricas. La antropología filosófica no prescinde de la biología, sino que ante tal pretensión objetiva, analiza y concibe al hombre como un todo que debe de enfocarse diacrónicamente desde diferentes perspectivas, de modo que cualquier discurso que se base un solo aspecto del hombre, no es una visión real de éste. El discurso biológico darvinista y neodarwinista no son más que teorías que junto a las clásicas comprenden un conjunto de visones del hombre, de modo que ninguna de ellas, en particular es poseedora de la verdad absoluta sobre el hombre.
4 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo Rafael ya que la ciencia ha querido absolutizar su dominio sosbre los demas conocimientos
Hola Rafael, he visto tu comentario en mi blog, de verdad me alegra saber de tu espacio, mas adelante lo leerè detenidamente,puès me luce bien interesante, perdona la tardanza en contestarte puès estuve desconectada por unos dìas y recien acabo de verlo.
Un abrazo. Karina
Hola Rafael, es para informarte que tienes un premio en nuestro blog
FILOSOFANDO Y OTRAS COSAS
puedes pasar a recogerlo, el mismo se traduce en el interès que pones en divulgar la filosofìa y los filosofos en tu blog.
Karina
La biología es una de las cosas que mas me ha interesado de todo el secundario, y por eso me interesa poder conocer alguna carrera vinculada con esta para estudiar en la facultad. Siempre que tuve que hacer algun trabajo, me fije en educatina para recopilar informacion pertinente
Publicar un comentario